Iniciativa: ¡Unamos nuestras palabras!

¡Hola amorcetes! Siento pasarme por aquí tan poco, pero esta semana estoy llena hasta arriba y me he enterado que Clara del Rincón de Chincla me ha nominado a seguir esta semana con la historia conjunta. Así que... ¡espero que os guste!

Primeramente os comento un poco de qué va esta iniciativa y si os atrevéis os animo a apuntaros y a formar parte de esta historia conjunta. Su creadora, Marina de Historias del Atardecer empezó hace dos semanas con la historia, si queréis enteraros de más, no dudéis en entrar en su blog ^^.

Margarot miraba con cierta preocupación a su hija, le parecía imposible cómo había crecido en cuestión de poco tiempo, decididamente Sel ya no era una niña indefensa. 

Mientras la seguía por aquel estrecho túnel en el que solo se oían pisadas perfectamente sincronizadas, no podía evitar el hecho de recordar a Aurius, quien había muerto de una manera cruel e injusta y aunque las había prometido que volvería, las había dejado completamente solas.

- Te echo de menos - susurró suavemente Margarot agarrando más fuerte su abrigo. 

En ese momento Sel se paró en seco y las personas que la rodeaban también. Desde hacía unos meses su poder había ido creciendo y cada día demostraba unas habilidades realmente provechosas para su pequeño pueblo. Últimamente tenía premoniciones leves, apenas unos segundos pero suficientes para estar a alerta.

Sel se estremeció.

- Él... sabe dónde estamos - les miró a todos afilando sus ojos esmeralda. - Viene a por nosotros.

Se empezaron a oír ciertos murmullos, cada vez más altos. Algunos formulaban viejos encantamientos de protección cómo si les fuese a ayudar de verdad. Algo había cambiado desde que Rhys llegó al trono, ellos eran personas con poderes humildes y antiguamente servían a los humanos. Desde hacía siglos convivían con ellos como iguales. Sel se preguntaba una y otra vez cómo era posible que alguien que compartiera su misma sangre se uniera a sus enemigos y odiara sus raíces. Ella no tenía ningún miedo a ese tal Rhyn, aunque sólo le conociera por breves imágenes que veía en premoniciones. 

- Louran, ¿qué hacemos? - preguntó una señora con el pelo blanco luminoso. 

Louran era como un padre para todos, muy mayor y desgastado aunque su valía e inteligencia no tenía competencia. Había adoptado el papel de sabio y guiador de la salvación ante los tonitrui.

Este, pensativo se apoyó en su bastón que estaba hecho de Lapislazuix una madera azulada y tenía en su extremo un zafiro resplandeciente. Era un objeto digno de ver. 

- Creo que ha llegado la hora de idear una trampa - se oyeron algunos sonidos de sorpresa, - es hora de decirles que con la magia no se juega.

Este fin de semana no podré actualizar el blog ya que me voy a mi pueblo y me embadurnaré de nieve jajaja, ¡nos leemos el lunes! Pasad un buen fin de semana.